Un consolidado grupo dedicado a la restauración en áreas de servicio nos propuso el reto de crear la identidad visual e interiorismo de una serie de locales que planeaban abrir por todo el país, donde se iba a servir comida totalmente tradicional (nada de sofisticaciones), pensando básicamente en los profesionales del transporte (que de esto entienden bastante), aunque siendo también apetecible para el viajero ocasional o las familias.
Era importante, que además de lo tradicional de la propuesta culinaria, el local respirase ese ambiente acogedor de nuestras casas. Algo similar a cuando uno va a comer a la casa del pueblo, y se encuentra con la mesa con faldillas y brasero de picón -de ahí el naming-.
Fuimos muy a lo directo, y en nuestra propuesta nos centramos en materiales cálidos y acogedores, maderas en muebles y techos, ladrillo visto y decoración a base de fotografías (como las que puede haber en cualquier hogar) específicas con lo más típico de la comarca donde se iban abrir.
