El carácter dual del local que quería aplicar el cliente nos llevó a generar un espacio donde ambos conceptos pudieran convivir, y donde el paso de un concepto -restaurante- al otro -dance floor- se pudiese resolver con algo tan sencillo como el cambio de iluminación y la aplicación de imágenes proyectadas estratégicamente sobre cristales translúcidos que dividen el comedor de la zona de baile.
Decidimos tratar ambas zonas de la misma forma: mismo diseño, materiales e idéntica aplicación de imágenes -moviéndonos entre la sensualidad femenina y la provocación, pero sin salirnos de cierto toque elegante-. Todo ello apoyado por un mobiliario de primera, partiendo de una cuidada selección de firmas italianas, con elementos decorativos poco frecuentes en este mundillo.
Otro reto fue destacar la neutralidad de la fachada de partida, para hacerla visible en un entorno en el que tiene que convivir con otros locales de restauración similares con imágenes bastante potentes. La solución vino de aplicar toda una serie de listones de madera que creaban un interesante patrón repetitivo, apoyado por una serie de logotipos corpóreos de gran formato e iluminación puntual y variable sobre puntos estratégicos.
Sabiendo nuestro cliente de la proliferación de fotografías y selfies que suelen subir los clientes a redes sociales, nos propuso crear una zona que se prestase como fondo muy reconocible, a modo de photocall, pero con “gracia”. Nuestra sugerencia fue instalar un jardín vertical decorado con un gran lago de en magenta y vista la repercusión, parece que fue todo un éxito.
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